Es una de las tantas preguntas que los(as) educadores, psicopedagogos y orientadores se hacen a diario en su quehacer pedagógico. Es una competencia que se exige a nivel global, en la “Sociedad del Conocimiento”, donde se mide ante todo el ser competente, pero esta exigencia de proactividad debe partir del ejemplo de nosotros mismos como educadores, entonces, ¿Qué tan proactivo (a) estoy siendo con mis estudiantes para que a partir de ellos mismos generen preguntas, respuestas y acciones significativas en la resolución de sus problemas cotidianos?
La proactividad se alimenta de la iniciativa y de la responsabilidad, de la manera como asumimos los cambios, por lo tanto, se centra en el esfuerzo y la capacidad de persistencia en alcanzar los logros propuestos para liderar su propia vida. ¿En qué edad debemos estimular esta capacidad?, porque esperar a la adolescencia, entre más temprana edad se estimule se podrá lograr estudiantes proactivos, capaces de generar diferentes posibilidades frente a una situación con decisiones propias, especialmente con responsabilidad y criterio. No esperando respuestas sino formulando preguntas para encontrar la solución más cercana a la realidad.
Según, Bateman y Crant, la proactividad supone crear cambio, no sólo anticiparlo. Ser proactivo no consiste únicamente en tener flexibilidad y adaptabilidad hacia un futuro incierto sino que es preciso tomar la iniciativa para cada día mejorar y alcanzar sus metas.
¿Cómo detectar a los(as) estudiantes proactivos?, algunas de sus características son: Siempre resuelven sus preguntas de diferentes formas, emprenden acciones, se anticipan y previenen los problemas, perseveran y son persistentes, siempre se proponen alcanzar sus objetivos, son autónomos y reflexivos. Y ¿Qué debemos hacer para estimular esta capacidad en nuestros estudiantes?
Para fortalecer esta competencia, es necesario recrear experiencias y situaciones, como: generar responsabilidades y liderazgo a los estudiantes, estimular su inteligencia emocional, apoyar el trabajo autónomo y el trabajo colaborativo, la participación e involucrar al desarrollo de proyectos de aula, especialmente a los estudiantes más silenciosos y distantes, motivar a exponer y debatir un tema de interés, aprovechar el uso de las TIC para la construcción de proyectos colaborativos e interactivos, además de interactuar con otros pares no solo de la ciudad, sino del país y a nivel mundial, recrear espacios para compartir experiencias, entre otros.
Realmente, es un objetivo que debe proponer toda institución educativa en su currículo, más que pensar en una serie de contenidos para el año escolar hay aspectos que se deben potenciar para la vida, como fortalecer los pilares de la educación según UNESCO; “Saber-saber”, “Saber–hacer”, “Saber-ser”, que se exige a nivel global, en la cual nuestro papel de educadores “Los actores de la educación” es la de tener una postura crítica, reflexiva y orientadora para estimular el proceso de aprendizaje.
Realmente, es un objetivo que debe proponer toda institución educativa en su currículo, más que pensar en una serie de contenidos para el año escolar hay aspectos que se deben potenciar para la vida, como fortalecer los pilares de la educación según UNESCO; “Saber-saber”, “Saber–hacer”, “Saber-ser”, que se exige a nivel global, en la cual nuestro papel de educadores “Los actores de la educación” es la de tener una postura crítica, reflexiva y orientadora para estimular el proceso de aprendizaje.
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